Autor del Blog

Mi foto
Villa del Rosario, Norte de Santander, Colombia
Presidente Asociación Centro de Historia e Investigación de la Villa del Rosario. Autor de la Ruta Turística Viajando por la Capital de la Gran Colombia en rescate de nuestra identidad. Coautor del libro Viajando por la Capital de la Gran Colombia a través de la recreación en el medio natural

domingo, 4 de marzo de 2012

MANUEL ANTONIO ABELARDO RUEDA JARA

Nació en Villa del Rosario el 10 de Enero de 1858 en la misma casa que vio nacer al General Francisco de Paula Santander. Hijo de Espíritu Jara y Julio Rueda. Abuelos paternos Manuel y Florentina Rosales; materna Buenaventura Castro.

Recibió las aguas bautismales del presbítero Juan Nepomuceno Belén y fueron padrinos Manuel Jara y Carlota Jara.

Desde muy tierna edad fue llevado a los bancos escolares de esta Villa en donde hizo sus primeras letras. Más tarde, a los 16 años sus padres lo condujeron al colegio San Agustín que en San José de Cúcuta dirigía el gran institutor, don Rafael María Niño, cuyo local estaba situado donde es hoy el cruce de la avenida cuarta con calle diez. El niño Rueda Jara, que en este plantel empezó a dar prueba de su gran talento y de su inclinación por las matemáticas, se hizo a la amistad cariñosa de sus compañeros, a quienes estimaba grandemente. Resultado de esta acrisolada amistad, al finalizar la semana de estudios, es decir, los sábados, invitaba a sus condiscípulos más allegados a pasar la dominical en su residencia de la Quinta Santander.

Su padre, preocupado por el avance en los estudios de su hijo, desde temprana edad lo llevó a uno de los mejores colegios de la capital de la república, de donde pasó a la universidad. Aquí obtuvo el título de Ingeniero Civil. Desde los primeros años de estudios universitarios enseño matemáticas en varios colegios de Bogotá.

Contrajo matrimonio en la Villa del Rosario con la distinguida dama doña Mercedes Vargas Acero, hija del matrimonio de don Juan de Jesús Vargas con doña María Josefa Acero.

De regreso a Bogotá se entregó por entero al profesorado de las matemáticas y catedrático en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en la Universidad Nacional y en la Escuela de Ingeniería Civil.

Múltiples fueron sus actividades en Bogotá, donde se dedicó exclusivamente a la enseñanza; por eso allí se le vio redactando los importantes órganos periodísticos de índole pedagógica el escolar Colombiano y el Educacionista. Fue el fundador del Liceo Mercantil, del Colegio Académico y de la Universidad Republicana y miembro de Número de la Sociedad Colombiana de Ingenieros.

Alcanzo la excepcional capacidad de publicar 10 obras de enseñanza, todas las cuales fueron adoptadas como textos obligatorios en las escuelas y colegios de la nación y los superiores como textos de consulta en varios países de América. La primera edición de su famoso tratado de aritmética fue publicada el 24 de Julio de 1883, como homenaje del autor a la memoria del Libertador Simón Bolívar en el centésimo aniversario de su nacimiento.

Don Antonio Pérez Rincón, que tuvo la oportunidad de conocer a este gran modelador de las juventudes colombianas, expresa: “Hombre equilibrado, si lo hay, la humildad no le impedía poner en juego la magnitud singular de sus capacidades. Brillo solamente cuando el deber se lo impuso y cuando tuvo seguridad de su eficacia, porque conocía muy a fondo la mezquindad de las facultades humanas, que no han podido, a la luz de toda una constelación de verdades absolutas representadas en los números, arrancar a la naturaleza el criterio de la certidumbre.

Modesto por convicción, como que palpaba día por día la grandeza de nuestra miseria y la miseria de nuestra grandeza, como dijo él alguna vez producíase en la cátedra con dialéctica vibrante y desembarazada, con el sosiego que da la doctrina inapelable y como maestro que enseña verdades inaccesibles a las redes arteras del sofisma.

Fue el doctor Rueda acumulador infatigable de valores morales efectivos para la familia y para la vida ciudadana y se connaturalizo de tal manera con sus estudios predilectos, que su carácter y sus acciones tuvieron bien pronto la precisión de resultados analíticos condensados en breve notación matemática. Cerro los ojos, llegada ya la hora, seguro de la muerte, como signo de igualdad inexorable, le permitiría convertir en satisfacciones infinitas, al otro lado de la tumba, los acervos dolores que le asediaron en los últimos años de su vida. Restablecidos los valores morales a su lugar, la valiosa incógnita ha surgido ya, despejada, resplandeciente, superior en mucho al rendido agradecimiento de la nación colombiana”.

Murió en Bogotá en el año de 1907. Y, como lo dijo también en memorable ocasión el más esclarecido profesor de derecho y uno de los presidentes de que puede enorgullecerse esta patria colombiana, el doctor José Vicente Concha, el Doctor Manuel Antonio Rueda puede considerarse en Colombia como uno de los mártires del patriotismo y de la ciencia, porque la enfermedad que lo llevo a la tumba tuvo por causa el enorme trabajo intelectual que desarrollo para cumplir el precepto de enseñar al que no sabe.