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Villa del Rosario, Norte de Santander, Colombia
Presidente Asociación Centro de Historia e Investigación de la Villa del Rosario. Autor de la Ruta Turística Viajando por la Capital de la Gran Colombia en rescate de nuestra identidad. Coautor del libro Viajando por la Capital de la Gran Colombia a través de la recreación en el medio natural

domingo, 29 de septiembre de 2013

MANUEL MARÍA LIZARDO PEÑA

MANUEL MARÍA LIZARDO PEÑA

El padre Lizardo nació en   Maracaibo (Venezuela) en 1826  y era hijo legítimo de Wilfrido Lizardo y María Peña.
En su gran estadía en el Táchira fue Presidente de la Asamblea Constituyente del Estado Táchira; Diputado por el Táchira al Congreso Nacional; Representante por el Distrito San Cristóbal para el Gran Jurado Electoral del Estado; Diputado a la Legislatura del Táchira; poeta, orador elocuente, mecenas de la educación, filántropo y Presidente del Concejo Municipal del Distrito San Cristóbal.
Dada la importancia que tenía la parroquia de la Villa del Rosario, el obispo Parra de Pamplona propuso un concurso para dotar de párroco a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, resultando vencedor el presbítero doctor Manuel María Lizardo que en ese momento se encontraba en la ciudad de Chinácota y venia de la iglesia San Juan Bautista de San Cristóbal (Venezuela).
El padre Lizardo se vino de Venezuela en condición de asilado y llego a la Villa del Rosario en Febrero de 1886 reemplazando al doctor Elio Caicedo.
Aquí, primeramente dedicó sus energías a la terminación del pequeño templo iniciado en la nueva población después del terremoto del 18 de Mayo de 1875; a la fundación del Hospital del Sagrado Corazón de Jesús que junto al templo ordeno levantar y a una capilla contigua a éste y a la reconstrucción del Templo Histórico el cual inauguro en 1897.
Al hospital del Sagrado Corazón de Jesús lo llamó la niña de sus ojos e inicio sus primeros trabajos con 50 pesos de proventos parroquiales. Se pusieron las bases del edificio y con la constancia y acción del padre Lizardo al poco tiempo se levantó el hermoso asilo con arcos y columnas de mampostería y departamentos para enfermos de ambos sexos. Junto al salón principal construyó una celda destinada para él, para cuando los achaques de la vejez no le permitieran continuar en el ejercicio de su sagrado ministerio.
Terminada la obra la bendijo solemnemente y la doto de un bien surtido botiquín para atender a los enfermos.
La pequeña iglesia fue decorada por él, tapizada y convertida en pequeño santuario. El retablo de la milagrosa Virgen de Nuestra Señora del Rosario que presencio la instalación del Congreso Constituyente de 1821 y paso el terremoto de 1875, fue colocado en hermoso ostensorio, con rico manto traído expresamente para tan gran señora.
La Virgen y su niño recibieron sendos rosarios de oro macizo, coronas, cetros, pectorales y pulseras del mismo metal acomodados al cuadro.
El padre Lizardo también trajo un armonio y un organista que había desempeñado su oficio por varios años en la catedral de Pamplona.
Después del seminario de Pamplona en la iglesia del Rosario, fue donde se entonó las melodías de música gregoriana en esta diócesis.
Al cabo de algunas años de consagrada administración espiritual de esta parroquia, los compatriotas del padre Lizardo solicitaron su regreso a la ciudad Maracaibo, teniendo en cuenta que los motivos por los cuales se había asilado ya no existían. Durante meses estuvieron insistiéndole hasta conseguir que el padre Lizardo resolviese su regreso, no sin que antes hiciera públicas declaraciones de su profunda tristeza al tomar esa medida, a los habitantes de la Villa, quienes tenían muchos motivos para profesarle gran aprecio y cariñoso respeto. Para esta época el padre Lizardo vivía en lo que es hoy la calle 5 con carrera 9.
Para conducir al padre Lizardo a su ciudad natal llego una comisión especial de caballeros venezolanos. Él y su comitiva montados en caballos salieron de su casa de habitación y el padre pidió dirigirse a la iglesia con la finalidad de despedirse de la patrona de la Villa. Cuando estuvieron frente a la iglesia, de repente y en medio de la gran sorpresa y consternación de los presentes, la bestia que le conducía salta asustadiza y el padre cae al suelo, en forma tal, que le ocasionó maltratamiento, imposibilitándolo para continuar la marcha. El padre, reflexionando sobre este incidente, cuentan que hizo votos a la Virgen del Rosario de no abandonar la población a menos que la jerarquía eclesiástica lo promoviese. En efecto, así lo cumplió el nobilísimo sacerdote, a quien tanto se le amó en esta Villa y murió el 11 de Octubre de 1899 a las doce y quince minutos en el hospital que el mismo construyó.
Fue sepultado el 12 de octubre en horas de la tarde en el cementerio de esta población en un sepulcro especial que el pueblo le tenía preparado.


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